Cuando nos encontramos esta botella de Vallformosa encima de la mesa, entonces intuimos que lo tenemos todo: excelente puesta en escena por su estuche y la peculiar forma de su botella, tan diferente, tan original, tan Vallformosa. La simbología 150 que reza en su etiqueta nos lleva a pensar que estamos frente a un cava de grandes dimensiones y sensaciones. Su visual nos enseña equilibrio por sus ordenadas y pequeñas burbujas, unos atractivos reflejos verdosos al ya habitual tono dorado. La frescura de su boca juega a la perfección con la complejidad de sus aromas que nos traen recuerdos de manzana asada, pera de agua, torrefactos y todo este amplio abanico aromático, sin perder de vista la frescura floral y cítrica de sus primeros años. En boca se recrean las factuosas notas cítricas y florales de la nariz, con muy buena longitud y persistencia, sin duda nos hará disfrutar y mucho.
«150 años guardando el secreto merecen algo diferente, inesperado y mágico.
Y fue durante una noche de luna llena, paseando entre los viñedos que él pensó…
-hacemos el cava más mágico que hemos hecho nunca y guardaremos en cada una de las botellas un poco de fiesta, de alegría, de locura y de esta luz de luna».
El vino es el único alimento líquido que compartimos para celebrar o para olvidar
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