Cuesta de las Liebres 2014. La vida es una sucesión de emociones y recuerdos. Cuesta de las Liebres es capaz de encerrarlos en una botella.
Si hablamos de costura, sin duda Cuesta de las Liebres sería la obra del sastre más preciso, donde ha confeccionado un traje con las telas más puras y refinadas, donde solo se confecciona cuando la genialidad de su autor tiene la inspiración necesaria. Así bajo esta metáfora podemos entender que Cuesta de las Liebres, solo nace en vendimias únicas, porque en Pago de Carraovejas definen su labor:
“Nuestra viticultura asume el reto de la naturaleza. Un vino radical, de raíz, elegante, potente y muy persistente. Un vino contenido”.
Desde su concepción el reto está asumido por unas viñas que deben remontar la pronunciada ladera de la Cuesta de las Liebres, plantadas en vaso vertical. Formando un paraje único y de absoluta integración con la flora y fauna de este fastuoso paraje. En su parte alta limita con un denso pinar en el que habitan varias especies de aves y mamíferos de fauna autóctona.
Sólo aquí el tinto fino alcanza las máximas cotas de expresión, y sólo de aquí nace un vino: Cuesta de las Liebres. La energía de este vino de arraigada a sus suelos de marga caliza, con afloramientos de yesos y sales calcáreas de un tono blanquecino muy característico. Esta geología ternaria, unida al clima extremo propio de la meseta le aportará la vivacidad, energía y personalidad únicas.
El mercado acaba de estrenar la añada 2017 del Crianza, y las añadas 2015 de El Anejón y Cuesta de las Liebres. Un vino fino, roble, elegante y lleno de vida. Un auténtico espectáculo en la copa, por sus tonos morados, por su glicerina, un vino tánico repleto de vida y que desde un inicio de muestra con bondad.
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